El
progreso en la construcción técnica de las películas de Alfred Hitchcock,
además de ir moldeando un estilo, una firma propia del autor en sus historias y
puestas en escena, va acompañado de una evolución en la exposición simbólica de
temas que preocupan a este cineasta inglés, sobre el mundo en el que le tocó
vivir. Los filmes no solamente se sustentan en el relato de un asesinato, un
misterio sin resolver, o un desenlace inesperado para el espectador; también
albergan, más sutilmente, referencias filosóficas sobre los problemas que sufre
la sociedad de inicios y medidos del siglo XX o, escudriñando aun más, sobre
las flaquezas de la propia naturaleza humana. Un ejemplo claro puede ser La Soga, donde se especula sobre el
problema moral de considerarse superior a otras personas (un ejemplo puntual de
los muchos temas que Hitch trata en
sus películas).
En Los Pájaros (1963), el retrato que se
hace de las personas y de su comportamiento en sociedad, refleja el vacío, casi
existencialista, que en reiteradas ocasiones aparece en las películas de
Hitchcock. Los protagonistas del relato no tienen una preocupación mayor aparte
de su limitado rol social: Melanie Daniels, hija del dueño de un prestigioso
periódico en San Francisco, es liberal, irreverente y despreocupada; Mitch
Brenner, un abogado con aires donjuanescos, justifica su existencia al lado de
su madre, Lydia, quien lo cela al verse amenazada la unión entre ella y su
hijo; Annie Hayworth, antigua amante de Mitch, decide abandonar su vida en San Francisco
solo para estar cerca de su amor imposible. Los perfiles psicológicos de cada
personaje redundan en lo absurdo, y sobre esa paradoja existencial, esa vida
sin sentido trascendental aparente, deciden seguir su vida sin mayor
preocupación aparte del futuro inmediato.
El
vacío y la superficialidad van de la mano en los discursos narrativos de
Hitchcock. El afán por buscar comodidad en las apariencias, el lujo y la
aventura son síntoma de una vida sin un sentido trascendente, ésta conducida
únicamente por la inercia del capricho en el diario vivir. El personaje de
Melanie Daniels calza perfectamente con la imagen de la superficialidad vacía y
despreocupada. Su fortuna, garantizada por el trabajo de su padre y su estatus
social, le dan una licencia tácita de hacer cuanto le plazca (la noticia de su
baño en una fuente en Roma no es circunstancial ni una anécdota aislada).
Melanie
se asemeja a aquel canario que se escapa de su jaula, cuando intenta
enseñárselo a Mitch: encerrada en una jaula dorada, se escabulle con facilidad
de su cautiverio artificial y busca desesperadamente escapar de las paredes que
le rodean, hasta que es de nuevo atrapada, esta vez por el galán representado
en Mitch. A partir de este momento, la atracción que siente ella hacia el señor
Brenner es incontrolable, aunque trate de disimularlo, y toma la decisión de
buscarlo –excusándose con la entrega de
los tórtolos que Mitch quería obsequiar a su hermana menor– hasta su pueblo
natal, Bodega Bay. Para acentuar su interés por el abogado, Melanie decide
quedarse en el pueblo, acepta una invitación a cenar en casa de la familia
Brenner, y decide quedarse unos días más de lo previsto para asistir a la
fiesta de cumpleaños de la pequeña Cathy Benner (siguiendo el consejo de
Annie). En ese justo momento, una gaviota se estrella contra la puerta de la
casa de la señorita Hayworth, con cierta tendencia suicida, y muere tras el
impacto: una analogía sutil, más no por eso inverosímil, del destino que le
depararía a Melanie al final del filme.
Esta
figura liberal, abierta e irreverente resulta atractiva para Mitch. A pesar de
que su vida como abogado le permite frecuentar la ciudad de San Francisco (a
pesar del moralmente difícil trabajo que desempeña, como abogado defensor), con
suma probabilidad el resto de sus aspectos personales no son igual de buenos.
Su madre lo sobreprotege, repeliendo el interés de cualquier enamorada que se
engolosine de más con Mitch. Él se encuentra atado ante la obligación filial de
atender a su vieja madre, viuda desde hace años, haciendo que sus opciones de
conseguir una pareja se compliquen. Además, el hecho de que su madre funja de
custodia lo priva de la libertad para buscar y amar a quien le plazca. Es por
esto que Melanie representa también la liberación desafiante de Mitch ante el
proteccionismo materno: es una forma de encontrarle un sentido refrescante a su
vida, tratando de romper su rol familiar impuesto por Lydia.
Annie
no cuenta con la misma suerte que Melanie. Aquella, también de San Francisco,
igualmente seducida por/enamorada de Mitch, fue rechazada por la señora Brenner
y, por tanto, su relación con el abogado no fructificó. De nuevo, el vacío
(también sentimental) aparece en Annie con tanta fuerza, que decide radicarse
en Bodega Bay solo para tener cerca a Mitch. Renuncia a su vida en la ciudad,
la cual no tenía sentido a partir de la ruptura de su relación, para asentarse
en un pueblo remoto con la única esperanza de que su amistad con el señor
Benner sea al menos un remanente, un reflejo distorsionado, de lo que antes
fue.
Lydia,
por su parte, es tal vez el centro del conflicto sentimental que rodea la vida
de Mitch y de sus pretendientes. Aunque su personaje no tiene un papel tan
protagónico en la trama de la película, sin duda es el mayor de los obstáculos
entre Melanie y Mitch. Como bien se expuso arriba, Lydia es sobreprotectora con
Mitch, ya que él representa la única figura masculina del núcleo familiar al
verse viuda un tiempo atrás. Para ella, una vida sin su hijo se asemeja al
desamparo y el vacío, y por este motivo se aferra firmemente a él, tratando de
intimidar a cualquier mujer que intente quitárselo. Melanie consigue mantenerse
al lado de Mitch no porque logre conseguir el favor de su madre, sino porque,
luego de mostrar su tempestuosa personalidad, termina abatida e indefensa ante
los pájaros que la atacan. Al final del filme, Lydia consiente la unión entre
ambos (de forma simbólica, abrazando a la mal herida Melanie) porque la
señorita Daniels se muestra, por fin, sumisa y al amparo de la protección de
los Brenner: no significará nunca más una amenaza para la vida que tiene junto
a su hijo.
Como
bien menciona Peter Conrad, “el miedo, placentero o no, es el tema de las
películas de Hitchcock, motivo por el cual constituyen una guía fiable de los
peligros –psicológicos, espirituales e incluso políticos- del mundo en que
vivimos” (Conrad, 2003, p. 287). El vacío sentimental/existencial de los
personajes, en representación de la condición humana en general, es uno de los
temas propuestos por Hitch en Los Pájaros, y conducen a la reflexión sobre el miedo a la
soledad y la decepción por el mundo moderno. Sin embargo, no hemos hablado
propiamente de las aves que abruman la pantalla cada vez que hacen su
aparición. Las gaviotas y cuervos que aparecen en la película despiertan en los
pobladores de Bodega Bay, y en el espectador, el terror hacia un fenómeno en
apariencia inexplicable.
El
comportamiento poco usual de estos animales emplumados empieza a despuntarse
cuando una gaviota hiere en la cabeza a Melanie, mientras esta conducía un bote
en el lago de Bodega Bay. Este hecho fue visto como un evento aislado, hasta
que las gaviotas empezaron a aglutinarse extrañamente en el cielo, a embestir
otros objetos (como la puerta de la casa de Annie), e inclusive atacar otras
personas, tal y como sucedió en la fiesta de cumpleaños de Cathy Benner. El
fenómeno se convierte en amenaza cuando algunas de estas aves (probablemente
entre cuervos y gaviotas) le sacan los ojos y atacan hasta la muerte a un
granjero de la zona.
La
gente, incrédula, aun no sabe qué sucede con estos pájaros. Estos seres alados
parecieran declararles la guerra a los pobladores de Bodega Bay sin razón
aparente. Un borracho alcanza a gritar “¡El fin del mundo!”, mientras cita
pasajes apocalípticos de la Biblia. Un evento trágico e inexplicable, tal y
como sucede en las mitologías, solo pueden argumentarse como la obra de una fuerza
superior. Es allí donde el concepto de “terror sagrado” se entrelaza en la
trama de la película. El ataque de las aves, habitantes de las alturas, es un
castigo divino, y como tal es ineludible ante la frágil naturaleza humana. La
vieja ornitóloga duda de que en realidad las aves sean maliciosas con sus
ataques: los pájaros no son malvados, es el mundo (en especial, el ser humano)
quienes han invadido y desequilibrado su hábitat. De nuevo, el castigo es
inevitable y justificado.
La
invasión de las aves toma por sorpresa a los pobladores, y estos deben
refugiarse a como puedan. Al tratar de buscar un responsable, una señora culpa
a Melanie de traer la desgracia a Bodega Bay. El tema del falso culpable, si
bien es una constante en la obra Hitchcockiana, es fugazmente presentado en Los Pájaros, y con la notica de que
otras ciudades son invadidas por aves quita esa posible etiqueta de
culpabilidad sobre la señorita Daniels. No obstante, nunca es posible revelar
el verdadero motivo del ataque de las gaviotas y las aves en el pueblo. Conrad,
haciendo una referencia de la leyenda de Edipo y la Esfinge, insiste que
Hitchcock se siente más identificado con la Esfinge: “sus acertijos ocultos en
las películas son más difíciles de resolver y las respuestas no ofrecen
consuelo a los seres humanos traumatizados” (Conrad, 2003, p. 234).
Los Pájaros es
una película que logra mantener una tensión gradual durante toda la historia.
El elemento místico del ataque de las aves despierta esa fibra primitiva del
ser humano, de encontrarse solo e indefenso ante las fuerzas salvajes de la
naturaleza. Esa soledad se vincula con el vacío existencial de las personas, y
hace recordar al espectador de que, a pesar de que ellos no están sufriendo los
picotazos de los cuervos y las gaviotas, su personalidad está siendo abatida
por la aparente debilidad de su propia naturaleza. Hitchcock expone estos temas
con cierta ironía: así como el marinero se veía incrédulo al escuchar que una
gaviota había atacado a Melanie, ¿quién va a pensar que nosotros, a pesar de
las ventajas tecnológicas y materiales del mundo moderno, seguimos siendo
vulnerables?
Bibliografía
Internet
Movie Database. (s.f.). Los Pájaros (1963) - IMDb. Recuperado el 01 de junio de
2012, de http://www.imdb.com/title/tt0056869/
Conrad,
Peter. (2003). Los asesinatos de Hitchcock. México: Turner/Fondo de Cultura
Económica.
Fuente de Multimedia
http://pics.filmaffinity.com/Los_pajaros-851609530-large.jpg
http://everybookandcranny.files.wordpress.com/2011/01/birds2.jpg
http://ferdyonfilms.com/The%20Birds%20Alfred%20Hitchcock%20Tippi%20Hedren%20Suzanne%20Pleshette%20pic%201.jpg
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