La forma
en que se percibe el pasar del tiempo en un filme es el resultado de diversas
técnicas que usualmente damos por sentadas. Aparte de la aparentemente natural
sucesión de planos, en los que las acciones siguen un orden cronológico y el
tiempo nos parece continuo, es posible tratar las secuencias cinematográficas
de tal forma que abarquemos lo que podrían ser horas o días en la historia del
filme en unos cuantos minutos de película. Existe también la posibilidad de
hacer lo contrario: dedicarle horas de película a lo que en la vida del filme
podría ser solo un instante. Con estos y muchos otros recursos, la apreciación
del fluir del tiempo se distorsiona, haciéndonos a nosotros los espectadores
partícipes de historias que son contadas desde el punto de vista de sus
protagonistas.
En el
filme Con M de Muerte (Dial M for Murder), Alfred Hitchcock
logra subrayar con maestría, haciendo un manejo sumamente inteligente del
tiempo dentro del relato, aquellos detalles de los que quiere que nos
percatemos. Ya temprano en el filme logramos entender la relación entre los
personajes principales, gracias a la rápida sucesión de planos que contrastan
la casa de los Wendice, el periódico donde se anuncia la llegada del Queen Mary
a Inglaterra, el plano general del bote como tal, y la escena del beso entre
Margot y Mark. Finalmente, ante la llegada de Tony, vemos las sombras de los
amantes furtivos separarse sobre la puerta por la que entrará el esposo. El
simbolismo es claro, y en unos cuantos minutos de película, logramos entender
el trasfondo general de nuestros personajes.
Cuando
la pareja de amantes parte hacia el teatro, aceptando la excusa dada por Tony,
pasamos a un manejo del tiempo más bien teatral. La cámara se dedica
prácticamente a documentar lo que ocurre en ese momento en la vida de Tony y el
Capitán Lesgate. Lo que vemos es completamente racional, a pesar de que el
guión, magistralmente concebido, nos permita imaginar hasta el último detalle
del plan del esposo para deshacerse de su mujer. Los autores Chabrol y Rohmer
(2010) sugieren que los personajes, si bien están atados a una trama enteramente
matemática, tienen características que los alejan del sentido puramente lógico,
y con ello adquieren profundidad e incluso algún rasgo enigmático (p. 131).
Gracias a ello nos es posible escuchar con absoluta atención el razonamiento de
Tony, sin perder el menor interés, a pesar de lo extenso de tan simple escena. Resulta
además convincente, dentro de la lógica temporal de esta sección, que la señora
Wendice llame a su casa durante el intermedio en el teatro, como se lo había
pedido su esposo, pues nos hace ver la simultaneidad de ambos planos
temporales.
Cuando
llega el momento de ejecutar el plan, vemos claramente la superposición de dos
nuevo planos temporales: por un lado Margot, quien después de ingenuamente caer
en la trampa de su esposo, decide no salir de la casa; por el otro, Tony y
Mark, en el club de caballeros. Cuando el asesino se aproxima, introducido por
escenas que bien podríamos encontrar en el cine negro, es insertado en medio de
los dos planos temporales: es la conexión entre ellos, con el teléfono como su
instrumento, lo cual da acertadamente el nombre original al filme. A partir de
este momento el tiempo empieza a desdibujarse. De forma simbólica, el reloj de
Tony se detiene, como anunciando lo terriblemente angustiosos que serán los
momentos siguientes tanto para él como para nosotros (porque, hay que admitirlo,
el manejo de la historia hace que queramos que Tony triunfe, aunque ese sería
el tema para otro ensayo). La tensión aumenta cuando el asesino, que al parecer
impacientemente espera la llamada, decide irse. Tony finalmente logra dar con
su objetivo, y cuando pensamos que ya es demasiado tarde, vemos a Lesgate
aparecer detrás de las cortinas para arremeter contra su víctima.
Es la
secuencia siguiente la más tensa de la película: mientras Margot está siendo
estrangulada, logra dar con las tijeras que había dejado sobre el escritorio horas
atrás para con ellas dar fin a su atacante. Hitchcock dedica bastante tiempo de
película a toda esta secuencia, para con crudo realismo detallar la naturaleza
de la maldad detrás de la agresión. Sin embargo, son unos escasos segundos los
que transcurren en la escena del taxi, cuando Tony Wendice regresa de la
fiesta, ya maquinando su próxima movida. Encontramos un contraste entre ambos
momentos, pues los amargos segundos que duró el ataque seguramente fueron
eternos para Margot, mas el extenso viaje en taxi de vuelta a su casa, mientras
ideaba su nuevo plan, ciertamente fue percibido como un suspiro por Tony.
Cabe
destacar que en algunas de estas escenas la música, que ya para este momento ha
dejado de ser una mera decoración y se ha convertido en un pilar narrativo,
ayuda a darle movimiento a cada escena. Los momentos de mayor tensión son
acompañados de marcadas disonancias, mientras que la acción es aderezada con
motivos sumamente rítmicos. Sin embargo, se prescinde de la música en los
largos interrogatorios, donde la lógica calculada de la película sale a la
superficie, y es necesario que no exista la menor distracción.
La mayor
deformación de la línea temporal se da en la gigantesca elipsis que conduce al
juicio y la eventual condena de Margot. Días, incluso semanas, transcurren en
un espacio pequeño del filme. Además, los eventos de este lapso son retratados
desde la perspectiva de la misma señora Wendice, haciendo de esta la sección más
psicológica de la película. Después de transcurrido este episodio, regresamos
al apartamento de Tony, donde el resto de las acciones ocurren prácticamente en
tiempo real. Lo curioso es que, de la misma forma en que imaginamos al
principio del filme el posible desarrollo del plan original, a estas alturas
damos por cierta la realidad que Tony ha hecho creer a todo el mundo. Cuando
Mark expone lo que primero es una propuesta y después una acusación, la
realidad que dábamos por cierta nuevamente cambia (en efecto, lo único que
hacemos es abrir los ojos ante la verdad), pues la teoría del escritor es un
retrato fiel de lo ocurrido.
Con una
inmensa lógica, acorde a la del resto de la película, y con una sucesión de
planos perfectamente congruente con lo que Pierre Maillot, citado por Neira
Piñeiro (2003, p. 54), describe como la organización temporal del material
espacial del cine, logramos no solamente entender los eventos del final de la
cinta, sino también encontrar la salida del laberinto creado por el personaje
de Tony. Al sacarnos del mundo racional y tangible, y enmarañarnos en
diferentes lugares mentales, Hitchcock logra redefinir la noción del tiempo
cinematográfico, más allá de lo que parece obvio o racional. El cine del autor
inglés deja de ser una representación de la realidad y se convierte en un
escenario psicológico, gracias al efecto surreal de sus técnicas de
desdibujamiento de la linealidad temporal.
Se puede acceder a la escena de la muerte de Lesgate por medio del siguiente hipervínculo: Muerte de Lesgate
Bibliografía
Chabrol,
C., & Rohmer, E. (2010). Hitchcock. Buenos Aires: Ediciones
Manantial SRL.
Neira
Piñeiro, Maria del Rosario. (2003). Introducción al discurso narrativo
fílmico. Madrid: Arco Libros
Internet
Movie Database. (s.f.). Crimen Perfecto (1954) - IMDb. Recuperado el 27 de
Abril de 2012, de http://www.imdb.com/title/tt0046912/
Fuente de Multimedia
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http://www.youtube.com/watch?v=LBoL2vMJkCs
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