Con el presente documento damos cierre al estudio de la
obra de Hitchcock, sintetizada en las 14 películas escogidas para el desarrollo
del curso. Más que dedicarnos al análisis de la última película proyectada (Marnie, de 1964), nos centraremos en
diez temas, cada uno de ellos a manera de conclusión sobre lo estudiado a lo
largo del semestre y, en general, sobre la manera de hacer cine del maestro
Hitchcock.
Las primeras películas estudiadas, cronológicamente
ubicadas en el período inglés, muestran historias simples, hasta cierto punto
ingenuas, que no hacen justicia al verdadero objetivo de su puesta en escena.
Tenemos como ejemplo las películas El
hombre que sabía demasiado (1934) y Los
39 Escalones (1935), ambas de corte detectivesco, en las cuales nos
encontramos con personajes que están tras la consecución de un objetivo, aunque
no tengan una idea concreta de a lo que se están enfrentando para lograrlo.
Este tipo de ambientación sirve para introducir dos temas fundamentales en el
cine de Hitchcock: el enfrentamiento entre lo bueno y lo malo, si bien nunca
tratados como absolutos; y la construcción de la narrativa a través del
suspenso y la incertidumbre.
Una derivación de esta forma de hacer cine es el uso de
engaños argumentales, que no tienen mayor función que la de servir como motor
para que la trama se mueva. El caso específico de Los 39 Escalones, con la fórmula que le fue confiada a Mr. Memory,
resulta un ejemplo clarísimo de esto, pues ese dato pudo haber sido sustituido
por cualquier otro, incluso omitido, y la historia no habría cambiado de
ninguna forma. Vale más el concepto de la confesión del secreto que atormenta
al dotado personaje (Chabrol y Rohmer, 2010, p. 60), que junto con su muerte, lo
libera de su sufrimiento. Esto nos hace pensar en la profundidad que tienen los
trabajos de Hitchcock, hasta los más tempranos, al no centrarse en lo
irrelevante que podría resultar una información mundana, sino más bien utilizar
su existencia para conducir un argumento de forma inteligente.
Conforme el suspenso se acrecienta en las tramas del
cineasta inglés, los espectadores comenzamos a crear nuestras propias
conjeturas. Es una respuesta natural, pues Hitch
logra convincentemente ocultarnos la verdad, a veces hasta engañarnos y
hacernos creer en cosas que no son ciertas. La sospecha, como manifestación
última de la duda, es finalmente desencadenada en la audiencia. Pero más que
algo impulsado por la misma narrativa de Hitchcock (que sin duda lo es), la sospecha
es un reflejo de lo que cada uno de nosotros tiene muy oculto en el
subconsciente, esperando a salir en forma de una acusación hacia un personaje
que creemos que está haciendo algo que nosotros mismos seríamos capaces de
hacer. En La sospecha (1941), el
personaje de Joan Fontaine pasa de solamente sospechar de los vicios de su
esposo a estar totalmente convencida de que vive con un asesino, capaz de
inenarrables actos para su propio beneficio. Al final de la película nos damos
cuenta de la verdad del personaje, junto con lo profundamente oscuro dentro de
su esposa, que la hizo pensar lo que pensó, y dentro de nosotros, que le
creímos.
Esto da paso a una nueva dimensión en el entendimiento de la narrativa de Hitchcock. El mundo en el que sus historias se desarrollan es un mundo hostil, peligroso, con pequeños oasis de aparente tranquilidad, donde personajes monstruosos se mueven entre las sombras. Esto tiene mucho que ver con el nuevo mundo que dejaron las grandes guerras del siglo XX, tal como lo menciona Conrad (2000, p. 107): “los personajes de Hitchcock son todos (…) las víctimas morales de la guerra y prolongan las hostilidades durante los tiempos de paz”. Como ejemplo tenemos a Bernice Edgar, madre de la protagonista en Marnie (1964), quien protagonizó el incidente que resultó en la muerte del marinero, tétricamente asesinado por su hija. El traumático evento, sumado al manejo tan particular que Bernice hizo de él, desembocó en la retorcida personalidad de su hija Marnie: ladrona compulsiva, mentirosa y con una intolerancia patológica al contacto físico con los hombres. El desenlace de la película muestra a la madre declarando que ha logrado que su hija se haya mantenido decente. “Decente, ladrona y mentirosa, pero decente”, responde Marnie.
Esto da paso a una nueva dimensión en el entendimiento de la narrativa de Hitchcock. El mundo en el que sus historias se desarrollan es un mundo hostil, peligroso, con pequeños oasis de aparente tranquilidad, donde personajes monstruosos se mueven entre las sombras. Esto tiene mucho que ver con el nuevo mundo que dejaron las grandes guerras del siglo XX, tal como lo menciona Conrad (2000, p. 107): “los personajes de Hitchcock son todos (…) las víctimas morales de la guerra y prolongan las hostilidades durante los tiempos de paz”. Como ejemplo tenemos a Bernice Edgar, madre de la protagonista en Marnie (1964), quien protagonizó el incidente que resultó en la muerte del marinero, tétricamente asesinado por su hija. El traumático evento, sumado al manejo tan particular que Bernice hizo de él, desembocó en la retorcida personalidad de su hija Marnie: ladrona compulsiva, mentirosa y con una intolerancia patológica al contacto físico con los hombres. El desenlace de la película muestra a la madre declarando que ha logrado que su hija se haya mantenido decente. “Decente, ladrona y mentirosa, pero decente”, responde Marnie.
En el mismo filme, como aparente héroe de la historia,
nos encontramos a Mark Rutland. Pero otra de las cosas que hemos aprendido con
Hitchcock es que nadie nunca es completamente inocente. Se podría decir que
cada personaje del universo hitchcockeano tiene algo que anda mal. En el caso
de Rutland, galán de nuestra historia, su obsesión con Marnie lo lleva a
cometer locuras que rayan en lo patológico. La relación que mantienen como
marido y mujer es de lo más macabro, acentuado con los ya mencionados traumas
mentales de Marnie. La fijación con su esposa lleva a Rutland a tratar de
encubrir los crímenes cometidos por ella, convirtiéndose así en cómplice de
ellos. Además, el eventual descubrimiento del pasado de Marnie es logrado con
técnicas casi criminales, un método totalmente invasivo a la vida personal de
los implicados.
Pero ya que mencionamos esta intrusión, podemos explicar
el concepto de espectador ideal en el cine de Hitchcock: es aquel que tiene
todas las características de un fisgón. Debe ser un espectador que esté
dispuesto a no quitar la mirada, sin importar cuán desagradable u obsceno sea
lo que se le muestra, pues su curiosidad debe ser más fuerte. Esto queda
claramente expuesto en la película La
ventana indiscreta (1954), donde el personaje de James Stewart observa la
vida de sus vecinos a través de su ventana, en lo que podría entenderse como un
microcosmos de la sociedad que se busca denunciar. En general, el manejo que
hace Hitch de la cámara en sus filmes
da la impresión de verdaderamente encontrarnos fisgoneando. Ejemplo de ello es
la escena de Psicosis (1960) en la
que Norman Bates espía a Marion Crane a través del hoyo en la pared.
El concepto de distancia (Neira Piñeiro, 2003, p. 92)
está directamente relacionado con el espectador. Hitchcock escoge siempre una
distancia corta, por el bien del suspenso, para mantenernos al lado de nuestro
protagonista y dejarnos ver solamente lo que el personaje ve. En algunas
situaciones la distancia se reduce a cero, y la cámara nos muestra exactamente
lo que ve el personaje. Ejemplo de esto es la escena antes mencionada de Psicosis, los planos picados en la
escena de la oficina en Marnie y
muchas escenas de Vértigo (1958),
película en la cual gran parte del desarrollo es de carácter detectivesco, por
lo que este recurso se manifiesta como una especie de recolección de evidencia
por parte del espectador.
La perspectiva ayuda también a la construcción del
suspenso, pues contribuye a la delimitación de la información que llega hasta
nosotros. Las escenas de persecución en Vértigo
son ejemplo de esto, pues lo único que conocemos es el objetivo de Scottie,
las motivaciones de Madeleine son inciertas. Además, el insertarnos en la
perspectiva del detective, si bien nos priva de conocer más allá de su propio
saber, nos revela importantes datos sobre el personaje, sus sentimientos y sus
motivos. Cuando súbitos cambios de perspectiva ocurren, aprendemos sobre
aquellas verdades que nos habían sido ocultadas, pero perdemos la pista del
personaje cuya perspectiva originalmente compartíamos. Esta permanente
ambigüedad es magistralmente utilizada por el cineasta inglés para entretejer
tramas que juegan con nuestra mente.
Un nivel más profundo en el manejo técnico del suspenso
es el tratamiento del tiempo. A través del montaje se puede manipular, de tal
forma que una acción instantánea se pueda extender por muchos minutos, o una
secuencia de momentos que abarcan semanas o meses se pueda representar en unos
cuantos segundos. Nuestro director inglés aprovecha las posibles distorsiones
temporales para enriquecer la narrativa. Prueba de ello es la escena final en Marnie, donde el tiempo pasado y el
presente se entremezclan para esclarecer el misterioso pasado de la
protagonista; o el hábilmente elaborado resumen en Psicosis, donde el detective logra dar con el Motel Bates después
de una ardua investigación.
Hitchcock a lo largo de su carrera logra un objetivo
bizarro, y con el cual finalizamos este trabajo: la consecución de la simpatía
del espectador para con los antagonistas de la historia. Cada uno de estos
personajes apela tan profundamente a nuestro subconsciente que desarrollamos
algún tipo de apego a ellos. Es el caso de Johnny Aysgarth, del tío Charlie, de
Abbott, de Wendice, de Marion Crane y, tras su muerte, de Norman Bates. Algo en
ellos, tal vez su perturbada salud mental, tal vez su aparente ingenuidad,
incluso tal vez nuestra fascinación con su maldad, nos mueve hacia su bando,
llegando a veces a sentirnos decepcionados por no ver su objetivo cumplido. Los
temas de Hitchcock tratan primordialmente del ser humano y sus más oscuros
rincones. Debemos prestar suma atención, pues logran descubrir nuestros más
oscuros rincones también.
Bibliografía
Internet
Movie Database. (s.f.). Marnie, la ladrona (1964) - IMDb. Recuperado el 8 de
junio de 2012, de http://www.imdb.com/title/tt0058329/
Chabrol, C., & Rohmer, E. (2010). Hitchcock. Buenos Aires: Ediciones Manantial SRL.
Conrad, Peter. (2003). Los asesinatos de Hitchcock.
México: Turner/Fondo de Cultura Económica.
Neira Piñeiro, Maria del Rosario. (2003). Introducción al
discurso narrativo fílmico. Madrid: Arco Libros
Fuente
de Multimedia
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/thumb/a/ac/Marnie1.jpg/220px-Marnie1.jpg
http://www.alfred-hitchcock-films.net/Images/39-Steps-Mr-Memory-295px.jpg
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