viernes, 25 de mayo de 2012

Ensayo # 12 - "Psicosis" (1960)


El cine busca contar historias que no podrían ser narradas de otra manera. No busca simplemente documentar una serie de eventos para después ordenarlos de forma cronológica. A través del relato cinematográfico, y haciendo uso de los elementos técnicos ya conocidos, la audiencia es capaz de entender lo que piensa un determinado personaje, ser puesta en determinado estado anímico e incluso tomar una determinada posición respecto a la historia. De la misma forma, a la audiencia le puede ser ocultada parte de la acción, para hacerla dudar o llevarla hacia suposiciones equivocadas. Entre las múltiples técnicas que el cine utiliza para interpretar la historia que pretende contar, encontramos el manejo del tiempo como uno de los más afines a la subjetividad del espectador. Elaboraremos este tema alrededor del filme Psicosis (Psycho), uno de los más emblemáticos en la obra de Hitchcock, y en la historia del cine.
El tiempo externo del filme (Neira Piñeiro, 2003, p.179) es de 109 minutos. Sin embargo, el tiempo interno se extiende por lo que parece ser un poco más de una semana. Además, gran parte de ese período no aparece en la película. Lo primero que llama la atención es la ubicación temporal de la historia, explícitamente dada por los títulos que leen “viernes 11 de diciembre”.  Las primeras escenas transcurren de forma isocrónica (Neira Piñeiro, p. 207), sin embargo existen saltos temporales entre ellas. Así, la primera escena, en la habitación del hotel, es sucedida por la escena en la oficina, con un lapso entre ellas que no es relatado, pero que sabemos está ahí (y que además es irrelevante para la trama).
El recurso de la isocronía en las escenas, que contribuye a dar una visión completamente racional de los acontecimientos, es utilizado en la escena del apartamento como un generador de tensión. Al darnos cuenta de que Marion se dispone a hacer algo malvado, la curiosidad nos hace querer saber qué va a pasar después. Sin embargo, la escena transcurre de la forma más pausada y detallada posible, haciéndonos ver cada una de las acciones del personaje. Cabe destacar que existe un cambio en el tono del vestuario, de blanco al inicio, a tonos más oscuros ahora, como símbolo de la decisión de Marion.
A partir de este punto nos encontramos con las características escenas de Marion manejando, y los primeros indicios de la distorsión temporal (Es imperativo mencionar el motivo musical en estas escenas. En general, la música tiene un papel protagónico en esta cinta). En la primera de ellas, nuestra heroína se dispone a salir de Phoenix, después de haber abandonado el trabajo por un supuesto dolor de cabeza. Desafortunadamente, mientras se encuentra detenida en una esquina, es vista por su jefe, quien está cruzando la calle. Lo que en la vida real esperaríamos que durase un instante, en el tiempo de la película dura lo suficiente como para que lo notemos: el jefe de Marion la ve fijamente mientras pasa frente a ella, no como quien descubre un engaño inocente con el cual librarse de una tarde de trabajo, lo cual sería perfectamente viable, sino como alguien que se da cuenta de golpe de las perversas intenciones de su empleada.
Una elipsis nos conduce al momento en que el policía se acerca al automóvil de Marion. Lo único que sabemos es que en algún momento nuestra heroína se detuvo al lado del camino para pasar la noche, y que esta nueva escena ocurre al día siguiente. Aunque parece lógico, la repentina pérdida de la ubicación temporal altera la forma en que veníamos percibiendo la cronología de la historia. Esto, junto con el delirio de persecución de la señorita Crane, contribuye a la construcción del suspenso, que llega a un clímax (por lo menos durante esta sección de la huida en automóvil) en la escena de la venta de autos. Nuevamente la isocronía hace que, en un momento en el que deseamos que las acciones ocurran tan rápidamente como sea posible, la tensión aumente, pues nuevamente se nos deja ver con detenido detalle cada acción de Marion, y el progresivo acercamiento del policía, quien ahora tiene verdaderas razones para sospechar de ella.
El segmento final de las escenas de la huida es el que más desdibuja nuestra percepción temporal. Utilizando voces en off, escuchamos lo que parece ser la conversación entre el vendedor de autos y el policía después de que Marion huye con el nuevo vehículo, seguida de la plática entre el jefe y una de las empleadas, al ver que la señorita Crane no se presentó a trabajar después del fin de semana. Si bien la segunda conversación parece ser una prolepsis (Neira Piñeiro, 2003, p. 194), o solamente un delirio de Marion imaginándose qué pasará cuando su fechoría haya sido descubierta, la primera podría verdaderamente haber ocurrido en la realidad de la trama. Esto nos lleva a dudar sobre qué es realmente lo que pasa, y cuándo ocurre. La enigmática sonrisa de nuestra protagonista nos confunde aun más.
Finalmente nos encontramos en el Motel Bates, donde las principales acciones de la película ocurren. El encuentro entre Marion y Norman Bates, además de los eventos sucesivos, ocurren de forma isocrónica. Cabe mencionar la simultaneidad entre las acciones de Marion en la habitación y Norman en la casa, cuando escuchamos a la mamá de Norman por primera vez. Las acciones siguen un curso natural, para dar una sensación de completa objetividad en esta sección.
Mientras el propietario del motel y su huésped comen en la oficina, llegamos a conocer un poco más profundamente la relación entre Norman y su madre. Un recurso técnico interesante es el uso diferenciado de planos en esta escena: mientras Bates habla con Marion, los planos son medios y generales; pero cuando la conversación se torna más oscura, y la actitud de Norman cambia, se pasa al uso de primeros planos. Existe un cambio en la perspectiva, cuando pasamos a ver lo que Norman hace una vez que Marion se retira a su habitación. Nada más contundente que el momento en que vemos a través del hoyo en la pared de la oficina, donde observamos a Marion desvestirse.
Después de una serie de acciones simultáneas, con aparente isocronía, llegamos a la escena más perturbadora en la película, y quizá una de las más impactantes en la historia del cine: La escena del asesinato en la ducha. Inicialmente percibida como un acto de redención, después de que Marion se arrepiente de su maldad, la escena nos muestra un giro tanto argumental como psicológico, pues aparte de lo macabro del asesinato y del final de quien parecía ser nuestro personaje principal, nos hace ver que algo verdaderamente trastornado ocurre en el que parecía ser un apacible motel. El tiempo que transcurre entre el acto del asesinato y la llegada de Bates a la habitación nos es desconocido, pues el manejo del tiempo interno en esa secuencia es completamente psicológico. Además, si bien la recolección del cuerpo por parte de Norman nos parece completamente isocrónica, el manejo de los cortes en cada toma nos hace pensar que no lo es. Hay también un alargamiento de la temporalidad cuando Norman espera que el auto se hunda lentamente en el pantano.
La siguiente escena se da varios días después, en la ferretería donde trabaja Sam, el novio de Marion. La señorita Crane ya se da por desaparecida, su hermana Lila angustiosamente trata de encontrarla, y un detective privado ha sido contratado para dar con ella y convencerla de devolver el dinero. Un método menos psicológico es utilizado para relatar la investigación del detective: el resumen (Neira Piñeiro, 2003, p. 212), concebido como una sucesión de tomas con pequeñas elipsis entre ellas. Esta indagación lo conduce al Motel Bates, una semana después del asesinato. La entrevista con Norman es relatada con total objetividad temporal, a pesar de que, mientras el detective revisa el registro, hay un pequeño indicio de tiempo psicológico. La investigación del detective lo conduce a su fin, en una escena sumamente cuidada, con un plano picado de las escaleras, donde podemos observar simultáneamente el caminar del investigador y el tenue movimiento de la puerta a un lado, de donde súbitamente sale la madre asesina. (La música de ese momento sorpresivo es el mismo tema que escuchamos en la escena de la ducha)
Después de que es revelado a Sam y Lila que la madre de Norman está muerta desde hace 10 años, ambos jóvenes deciden investigar por su cuenta, lo cual conduce a la secuencia final del filme. Simultáneamente vemos a Norman sacar, contra su voluntad, a su madre de la habitación. Este manejo de momentos que ocurren al mismo tiempo contribuye al suspenso y a la incertidumbre. Una nueva combinación de planos simultáneos se da cuando Sam cuestiona a Norman, mientras Lila sube a la casa. Una vez que Norman se deshace de Sam, pasamos a la perspectiva de Lila. Ya dentro de la casa, la acción conduce hacia un momento de clímax en la tensión, que desemboca en la aparición del cadáver de la madre de Norman, e inmediatamente de la de su hijo, vestido de mujer.
La película concluye con la explicación del psiquiatra policial, de forma completamente isocrónica, antes de pasar a la habitación donde Norman está encerrado. Una vez ahí, escuchamos a la “madre” en off, hablando consigo misma. Como una reiteración de la escena de Marion en el auto, Norman sonríe, de forma enigmática. Esta secuencia da fin a una de las más reconocidas películas de Hitchcock, de la cual se podrían extraer muchos más elementos que no tendrían cabida en este ensayo. Sin embargo, solamente la dimensión temporal del filme nos lleva a entender la calidad de la narrativa de esta película, tan soberbia como perturbadora.
Este es el cartel que Hitchcock mandó a colocar en la entrada de cada teatro que proyectara
la película Psicosis, con la intención de que el público no corriera con la mala fortuna de
no ver actuar a la señorita Crane, antes de que la "madre" de Norman Bates la asesinara.
De esta forma, el espectador no se perdería esa importante peripecia de la película.

Bibliografía
Internet Movie Database. (s.f.). Psycho (1960) - IMDb. Recuperado el 24 de Mayo de 2012, de http://www.imdb.com/title/tt0054215/
Neira Piñeiro, Maria del Rosario. (2003). Introducción al discurso narrativo fílmico. Madrid: Arco Libros

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