viernes, 30 de marzo de 2012

Ensayo # 5: "La soga" (1948)


La película de Alfred Hitchcock “La soga” (“Rope”, por su nombre original), producida en 1948, más allá del virtuosismo técnico que delata en cada una de sus escenas de diez minutos (Chabrol y Rohmer, 2010, p. 102), contiene una critica social punzante para la época en que se filmó. Hay que entrar en contexto para comprenderlo mejor: tres años atrás había finalizado la Segunda Guerra Mundial; Estados Unidos, tras el fracaso del New Deal, inició toda una reforma social y política; la tensión mundial hacia los movimientos comunistas llamaba a las puertas de la Guerra Fría; Estados Unidos se consolida como la gran potencia del globo. Tomando en cuenta este marco de referencia, el análisis de “La soga” debe tomar un sentido más profundo, despegándose del solo reconocimiento de un tema hitchcockiano por excelencia: el asesinato y el suspenso.

Los primeros minutos de la película ubican al espectador en un plano social elevado: dos universitarios, Brandon y Phillip, planean una fiesta (un gran banquete, diferentes tipos de licores) en un apartamento con vista a la ciudad de New York. Sin embargo, la fiesta se encuentra en un segundo plano, pues lo primero que se muestra es la muerte de David Kentley, ahorcado con una soga, en manos de sus compañeros. Irónicamente, se está celebrando el matrimonio entre David y Janet y la donación de algunos libros al padre de David. Más retorcido aun, Brandon y Phillip guardan el cuerpo en un baúl donde, más tarde, Brandon dispondrá la cena ofrecida en la fiesta y, con ello, demostrarse a sí mismo la perfección de su crimen. Para Brandon es todo un triunfo y propone a Phillip brindar con Champagne. La primera y más importante de las críticas presentes en la película se hace evidente: De las esferas sociales e intelectuales más altas pueden provenir ideas moralmente vituperables.



Los invitados a la fiesta van llegando: el padre y la tía del joven asesinado, la señora Atwater; Janet y Kenneth, el mejor amigo de David y antigua pareja de Janet; y el profesor Rupert Cadell. Las discusiones que entabla Brandon con el señor Kentley y con Rupert son las más cargadas de significado de toda la película, ya que desarrollan un tópico delicado, relacionado precisamente con el “crimen perfecto” que Brandon y Phillip han realizado. Cometer homicidio resulta justificado en las clases elevadas, como método para eliminar individuos que resultan inferiores e inservibles. Surge entonces la idea del superhombre y la superioridad de razas: el asesinato resulta artístico, elegante y socialmente útil y aceptable.

Esta tesis, compartida tanto por Brandon como por Rupert, escandaliza al señor Kentley a tal grado, que la discusión termina por estropear el buen ambiente de la fiesta (en el exterior del apartamento empieza a oscurecer, acompañando el fenómeno astronómico al estado de ánimo de la película). Hay que recordar que el Nazismo, representado por Hitler en la Segunda Guerra Mundial, compartía mucho de estas ideas, de las cuales se pudieron observar sus consecuencias en la práctica sobre el pueblo judío en Europa.

El profesor Cadell, inquieto ante la excitación de Brandon y el nerviosismo de Phillip, empieza a sospechar que ambos tratan de ocultar la suerte de David Kentley. Al final de la cinta, Rupert descubre el cuerpo del joven, y con esto se despoja de sus erróneos pensamientos elitistas (es por esto que los libros son arrojados al abrir el baúl, el academicismo es derrotado por la cruda realidad). El primer sentimiento que Rupert experimenta al ver que Brandon había cometido aquel “crimen perfecto” es vergüenza. Vergüenza al pensar en algún momento que matar o considerar a alguien como “inferior” llegase a ser real, al ver materializado un ideal que solo cobraba sentido en supuestos contrarios a la moral vigente, al darse cuenta que el mundo no puede ser tan cínico como para considerar normal la discriminación y la persecución.
Los últimos minutos de “La soga” pueden verse como un llamado de Hitchcock a la reflexión. Rupert dispara con la pistola desde las alturas del apartamento (desde las cúpulas sociales más elevadas), para que el resto del mundo se percate de la aberración moral que se está llevando a cabo sin su conocimiento. En medio de la convulsión política y social en todo el planeta, Hitchcock señala a las clases más privilegiadas como las culpables y generadoras de ideas utilitaristas y materialistas, bajo la fachada de una justificación intelectual y moral contraria a las normas vigentes en la sociedad.



Bibliografía

Chabrol, C., y Rohmer, E. (2010). Hitchcock. Buenos Aires: Ediciones Manantial SRL.

Internet Movie Database. (s.f.). IMDb – La soga (1943). Recuperado el 30 de Marzo de 2012, de http://www.imdb.com/title/tt0040746/

Fuente de multimedia

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viernes, 23 de marzo de 2012

Ensayo # 4: "La sombra de una duda" (1943)

La sospecha es uno de los temas primordiales en el cine hitchcockiano. La constante y creciente duda alimenta la trama, pero está cargada de un contenido que va mucho más allá de su simple valor narrativo: la sospecha nos permite conocer al protagonista de forma más profunda que al mismo sospechoso. Aquel que duda e imagina la oscura naturaleza de su enemigo está revelando al mismo tiempo su propia oscura naturaleza. Quien sospecha encuentra dentro de sí mismo aquello que está persiguiendo. Y nosotros, como espectadores, también encontramos en nuestro interior cosas que no sabíamos que existían, porque nosotros también sospechamos.

La sombra de una duda, al igual que La sospecha, busca crear una atmósfera de incertidumbre permanente, tanto para la protagonista de la historia como para la audiencia. Algunos elementos comunes alimentan el suspenso en ambos casos, y satisfactoriamente “juegan” con nuestra percepción de los hechos. Conviene buscar ciertas similitudes entre estas dos películas, no solamente para llegar a un mayor entendimiento del estilo del autor, sino también para entender cada película como complemento de la otra.

Ambas películas giran alrededor de una protagonista que cree conocer a la persona de quien eventualmente termina desconfiando. En La sospecha, Lina se casa con Johnny Aysgarth sin saber realmente nada de él. Al regresar de su luna de miel descubre cosas que la llevan a pensar de forma diferente de su esposo, pero no logra entender realmente el significado de las acciones de él. En La sombra de una duda, Charlotte profesa una admiración exagerada por su tío Charles y mantiene con él una extraña relación (que incluso incita a lo amoroso). La sospecha, en el caso de Charlotte, no proviene directamente de las acciones de su tío, sino de la incertidumbre sembrada por el detective Jack Graham, quien perseguía a un presunto asesino de viudas de New York. Esto motiva a Charlotte a considerar algunos comportamientos previos de su tío que pudo presenciar, los cuales fueron pasados por alto en el momento que sucedieron.


Al contrario de Lina, quien no tiene idea de lo que pasa con su esposo sino hasta el final de la película, Charlotte parece saber las cosas desde el principio. Recordemos que existe un elemento fantástico entre Charlotte y Charles, una especie de conexión telepática que se hace evidente cada vez que la sobrina recuerda la escena recurrente del vals, escenario donde su tío conoció a su última víctima y en la que Charlotte jamás estuvo presente. Sobrina y tío son personajes que representan características opuestas, e incluso podría interpretarse a Charlie (diminutivo de ambos) como un solo personaje en dos cuerpos (Chabrol & Rohmer, 2010, p. 85). En repetidas ocasiones Charles trata de despistar a Charlotte, como cuando ella pregunta por el vals que recuerda y él descuidadamente responde que se trata de El Danubio Azul (cuando en realidad se trata del vals de la opereta “La viuda alegre”, de Franz Lehár). Esa dualidad representada por los dos hace que, cuando eventualmente Charlotte note esos engaños y se convenza a sí misma de la culpabilidad de su tío, ella se percate que todos esos hechos ya conocidos por ella.

Por otro lado, Lina construye y reconstruye lo que sospecha sobre Aysgarth. Constantemente cambia su opinión (y la nuestra) respecto a su esposo, que en un corto espacio de tiempo pasa de ladrón a mentiroso, de mentiroso a criminal, de criminal a asesino. Hay incluso momentos en que estamos convencidos de que Aysgarth es inocente. Pero conforme el tono de la película cambia hacia uno emparentado con el cine negro, nos damos cuenta que Hitchcock nos quiere llevar a un lugar en particular, en el que eventualmente se culpará a nuestro antagonista. Ese mismo cambio de tono ocurre en La sombra de una duda, que ya de por sí es mucho más oscura, conduciendo la narración hacia la verdad inapelable: Charles es culpable, y ni siquiera trata de ocultarlo de su sobrina. Sin embargo, en La Sospecha, Aysgarth es inocente, y las acciones inenarrables de las que Lina acusa a su esposo no son más que un reflejo de su profundamente distorsionada visión de la realidad. Esto nos lleva a pensar en el entorno tan terriblemente contaminado con violencia y perversión, que en apariencia es sumamente pulcro y apacible, en el que una persona como Lina se desenvuelve. Y es esa justamente la crítica que vemos en La sombra de una duda.



Una vez que todo fue develado, nos damos cuenta que el tío Charlie era simplemente un producto de una sociedad que está mal en muchos niveles: el odio que profesa Charles hacia las viudas adineradas, si bien es una manifestación misógina, no deja de tener fundamento, pues su aversión hacia ellas radica en lo falso de su comportamiento y de su entorno; la elección de Charlotte de no denunciar a su tío, aún sabiendo que se trata de un asesino que ha atentado incluso contra su propia vida; la excesiva admiración que profesa el pueblo de Santa Rosa hacia Charles, admiración que desaparecería en el instante en que alguno de sus habitantes se diera a la tarea de verdaderamente conocer a esa persona que tanto adulan. Todo este análisis da fundamento a la respuesta dada al final de la película: vivimos en un mundo que propicia el nacimiento de monstruos como el tío Charlie. Habría que preguntarse, más bien, si verdaderamente son menos monstruosos aquellos que viven en ese mundo próspero y tranquilo en el que Charles se quiso refugiar.




Bibliografía

Chabrol, C., & Rohmer, E. (2010). Hitchcock. Buenos Aires: Ediciones Manantial SRL.

Internet Movie Database. (s.f.). IMDb – Shadow of a Doubt (1943). Recuperado el 21 de Marzo de 2012, de http://www.imdb.com/title/ tt0036342/

Internet Movie Database. (s.f.). IMDb – Suspicion (1941). Recuperado el 21 de Marzo de 2012, de http://www.imdb.com/title/ tt0034248/

ZonaDVD.com. (2006). Análisis de Alfred Hitchcock: La Sombra de una Duda en DVD -ZONADVD.com. Recuperado el 21 de marzo de 2012, de http://www.zonadvd.com/mod­ules.php?name=Reviews&rop=showcontent&id=415

Fuente de Multimedia

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viernes, 16 de marzo de 2012

Ensayo # 3: "La Sospecha" (1941)



El diccionario de la Real Academia Española (s.f.) define el suspense como la “expectación impaciente o ansiosa por el desarrollo de una acción o suceso, especialmente en una película cinematográfica, una obra teatral o un relato”. En la obra de Alfred Hitchcock, específicamente en el filme “La Sospecha” (1941), se utilizan con gran efectividad y maestría algunos recursos para generar una ansiedad creciente, conforme la película avanza.
El título de la obra despierta la curiosidad del espectador, incluso desde antes de ver la cinta. Es tal vez el recurso más sutil que puede utilizarse. El título captura la atención del público, le incita a preguntarse “¿de qué o quién sospecharemos?”. Estos cuestionamientos, conforme avanza el relato cinematográfico, van transformándose desde lo más general hasta planteamientos más específicos, siempre ligados a la duda de la “sospecha” original. Lo importante no es mantener una sola incógnita durante todo el filme, sino fragmentarla de tal manera que la incertidumbre se acentúe durante cada minuto de la película.
Bajo esta misma idea, “La Sospecha” hace recaer todas las dudas sobre un solo personaje. Johnnie Aysgard, un enigmático y bien parecido individuo que aparece en la vida de Lina McLaidlaw, mujer soltera de familia relativamente bien acomodada. La complicada relación de pareja y la sospecha de asesinato que Lina formula hace dudar, a pesar de estar perdidamente enamorada, sobre su matrimonio con Johnnie. A partir de ese momento pueden distinguirse dos problemas a los cuales Hitchcock inyecta su particular estilo del suspense: ¿renunciará Lina a su vínculo matrimonial con Johnnie?, y ¿realmente Johnnie intentará asesinar a su esposa?


"Wiener Blut", Johann Strauss II. Leimotiv del amor entre
Johnnie y Lina en La Sospecha

Respondiendo a la primer incógnita, Hitchcock utiliza diversos símbolos que, desde un inicio, da a entender que la relación entre Johnnie y Lina será caótica. No es por nada que el día en que Johnnie y Lina contraen nupcias sea gris y lluvioso, símbolo de la catástrofe. El cuadro con la mirada inquisitiva del padre de Lina, o las sillas que el él mismo le regala a la pareja como obsequio de bodas, son objetos menospreciados por Johnnie, representando la poca importancia que le da a la familia conservadora de Lina. A pesar de la actitud manifestada por Johnnie contra los principios por los cuales su esposa había sido criada, ¡ella decide mantenerse a su lado! Esta aparente ambivalencia se va subrayando durante todo el filme, representada por la duda de Lina sobre las intenciones de su marido y la confianza que antes le transmitía.
Por otro lado, y en paralelo con la pregunta anterior, Lina empieza a sospechar que Johnnie es un asesino y, eventualmente, quiere matarla. Para ella, las pistas son más que evidentes, aunque sean solo parte de la conjetura creada. Llega a la conclusión, en dos ocasiones diferentes, de que Johnnie asesinó a Beaky, su amigo y socio: una en el acantilado dondeambos están ideando su empresa de bienes raíces; y otra en Francia, donde efectivamente Beaky muere, pero no en manos de su compañero.
Luego, ella misma se ve en medio de un plan para asesinarla con una sustancia letal, indetectable y común en el mundo cotidiano. Se entera del dinero que su esposo ganaría si encontrara a Lina muerta, gracias a una carta de la Empresa de Seguros que Johnnie recibe. Percibe, además, que Aysgard tiene una curiosidad insaciable por las novelas policiales Isobel, y particularmente por la forma en los que ella mata a los personajes en sus libros. Es fácil detectar que todos son eventos aislados, no necesariamente lo vinculan a cometer un asesinato. No obstante, la ya desbordada incertidumbre que Lina siente sobre la confianza de su marido la hace deducir que, en efecto, tiene sus días contados.
El suspense en la película “La Sospecha”, es de fundamento psicológico. Como bien mencionan Chabrol y Rohmer (2010, p. 81), el punto de vista del narrador se identifica con el de la joven. El espectador se adentra en la mente de Lina, ve lo que ella ve, intuye lo que ella piensa, sospechan ambos sobre Johnnie. Siente el terror y el desamparo cuando Lina entra a su casa, luego de visitar el acantilado donde su esposo habría matado a Beaky, y escucha tergiversado ese leitmotiv del amor entre ambos (tema de la opereta “Sangre Vienesa” o “Wiener Blut”, su nombre original, de Johann Strauss II). Siente el mismo miedo por el vaso de leche que Johnnie le ofrece a Lina, pensando que allí está el veneno perfecto que culminará el asesinato.
Esta tensión creciente solo encuentra su desenlace cuando ambos, espectador y Lina, se dan cuenta por fin, junto a ese infortunado paisaje con vista al mar, que Johnnie siempre ha sido una persona inocente (casi un niño) acusado falsamente de asesino.
Bibliografía
Chabrol, Claude y Eric Rohmer. (2010). Hitchcock. Buenos Aires: Ediciones Manantial.
Internet Movie Database. (s.f.). Sospecha (1941). Recuperado el 15 de Marzo de 2012, de http://www.imdb.com/title/tt0034248/
Real Academia Española. (s.f.). Diccionario de la lengua española – Vigésima segunda edición. Recuperado el 15 de Marzo de 2012, de http://drae.rae.es/
Fuente de Multimedia

viernes, 9 de marzo de 2012

Ensayo # 2: "Los 39 Escalones" (1935)

En Los 39 escalones no nos encontramos solamente con una película de corte policial. Es también una puesta en escena de la lucha entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo moral y lo cuestionable, donde ninguno de los personajes está libre de culpa. El protagonista de esta cinta es Richard Hannay, canadiense, un personaje primeramente visto de espaldas y que se confunde con la multitud de la escena inicial, lo cual nos hace pensar que se trata de cualquiera. Lo cierto es que Hannay no tiene mayor atributo, aparte de ser el protagonista (Chabrol & Rohmer, 2010, p. 59) y estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. El haberse visto involucrado en lo que será la historia del filme deriva de una sola decisión: aceptar en su casa a Annabella Smith. Durante el resto de la trama veremos a Hannay interactuar con diversos personajes que alterarán el curso de las aventuras de nuestro protagonista. Es la intención de este ensayo exponer las relaciones entre los personajes que dan forma a esta historia.

El sujeto de este filme es sin duda Richard Hannay. Él se ve en una situación en la que no quiere estar y decide salir en la búsqueda de un objetivo: terminar la misión de Annabella y demostrar su inocencia en el asesinato de la agente Smith. Pero no podemos decir que Hannay sea inocente: fue su propia imprudencia, algo que parece ser un ímpetu por obtener algo de esta mujer, lo que lo condena a ser el protagonista de su propia persecución. Sin embargo, no debemos olvidar que, de entre las múltiples formas en que podría haber continuado esta historia, Hannay escoge enfrentarse a la gran empresa que tiene ante sí, aún sin saber exactamente en lo que está a punto de embarcarse.

Richard Hannay se ve obligado a dejar su apartamento después de ver morir a la agente Smith. Decide creer en las palabras de Annabella e ir en busca del lugar marcado en el mapa. Su objetivo no es otro que el de completar lo que ella inició, aunque sus motivaciones sean poco claras. Tal vez es miedo, probablemente sea culpa. Poco después del inicio de su aventura, Hannay se topa con un terrible descubrimiento: se le busca por el asesinato de la persona que justamente está tratando de ayudar. Encontramos el motivo hitchcockiano del falso culpable, que a su vez acrecienta el deseo del protagonista por llegar a su objetivo, pues el encontrarlo lo librará de tal acusación.

Una vez iniciada la travesía, Hannay se encuentra con personajes que serán ayudantes en su empresa. El primero de ellos es el lechero que llega a su edificio. Inicialmente se niega a ayudarle. No cree en lo que le dice, a pesar de ser la verdad, por ser una historia de carácter sumamente fantasioso. Al Hannay inventar una historia de lo más común, pero completamente falsa, el lechero decide ayudarle sin la menor queja. Este personaje, inicialmente un obstáculo, se convierte en el primer paso hacia la consecución del objetivo. Son ayudantes también la esposa del granjero, que le da el abrigo con el libro de himnos religiosos que eventualmente salvará su vida; y la pareja dueña del motel en la que Hannay se refugia junto con Pamela, la rubia que conoce en el tren.

Nos encontramos también con personajes que intentarán detener a nuestro protagonista. Aparte de los más evidentes, como lo son los pistoleros que esperan en frente de la acera del apartamento de Hannay y los policías que lo persiguen durante toda la película, tenemos al granjero, quien resulta curioso, pues intenta arruinar a nuestro héroe por razones completamente ajenas a la trama principal: el granjero cree que Hannay intenta seducir a su esposa. Tenemos además al Profesor Jordan, el principal detractor de nuestro protagonista, pues es él quien se ve perjudicado de ser conseguido el objetivo de Hannay. Es tanto el deseo de Jordan de detener a Richard Hannay que hasta intenta asesinarlo. Cabe mencionar también al inspector del pueblo donde reside Jordan, pues inicialmente parece ser un ayudante en la trama, cuando en realidad esta es su fachada mientras espera que lleguen refuerzos para lograr aprehender a Hannay.

El personaje de Pamela reviste particular importancia, pues en gran parte del filme no hace más que obstaculizar a Hannay. Desde el inicio, cuando nuestro héroe intenta besarla para huir de sus perseguidores, Pamela se niega a ayudarle, actitud perfectamente justificable al tratarse de un hombre misterioso en un tren, ¡que además acaba de intentar besarla! Esto se repite durante la reunión política, en la que Pamela lo hace arrestar. A través del desarrollo argumental, nuestra rubia actante se ve también involucrada en la aventura de Hannay. Finalmente, el escuchar hablar a los matones de Jordan con los dueños del motel hace que Pamela cambie de opinión, al darse cuenta que realmente Hannay no es un asesino. Y no solamente se percata de esto, sino que decide ayudarle. Se podría decir que es ella el personaje que más cambia a lo largo de la trama.

Al cumplirse el objetivo de nuestro personaje principal, quien se beneficia directamente no es otro más que el propio Hannay. Si bien, dentro de la misma realidad de la película, el acto de Richard favorece globalmente a su entorno, argumentalmente solamente nos interesa la realidad de nuestro protagonista. Es por él que tenemos una historia en primer lugar. Es además importante mencionar que la agente Smith es quien provee de propósito a Hannay, y puede ser considerada como el personaje destinador de la historia.


Bibliografía

Chabrol, C., & Rohmer, E. (2010). Hitchcock. Buenos Aires: Ediciones Manantial SRL.

Internet Movie Database. (s.f.). IMDb - The 39 Steps (1935). Recuperado el 8 de Marzo de 2012, de http://www.imdb.com/title/ tt0026029/

Fuente de Imágenes:

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viernes, 2 de marzo de 2012

Ensayo # 1: “El hombre que sabía demasiado” (1934)

En la película de Alfred Hitchcock El hombre que sabía demasiado (The men who knew too much), Bob Lawrence, interpretado por el actor británico Leslie Banks, es un hombre que sufre diversas desventuras gracias a una inesperada muerte, el rapto de su hija Betty, y un complot de asesinato en Londres. De primera entrada la trama resulta llamativa, invita a ver la película hasta el final. Sin embargo, es igualmente interesante observar la evolución del señor Lawrence durante la cinta, ya que a través de él todos los otros personajes se interrelacionan y cobran un mayor sentido dentro de la historia.

Bob Lawrence aparenta ser una persona con estatus social respetable (y es que no cualquiera podría ir de vacaciones a Suiza o tener el dinero para que su esposa pague, de improviso, una entrada al teatro, por citar algunos ejemplos). Es tan notoria su buena educación que hasta su forma de hablar lo refleja: nunca se le oye estropeando su discurso, incluso en los momentos más dramáticos de su odisea, cuando está junto a su hija en manos de Abbott (la mente criminal de la historia). Un hombre respetable, amoroso con sus familiares, con coraje cuando la ocasión lo amerita, son todas cualidades del arquetipo que representa.

Y es que todas esas características son también el motivo por el cual Bob no permanece indiferente ante todos los desafortunados eventos que acaecen durante su viaje a Suiza. Es su honor por cumplir los últimos deseos de Louis Bernard, aquel espía encubierto que recién conocían y del cual reciben la información, algo críptica, sobre el plan de asesinato contra el señor Ropa. Es el amor por su hija el aliciente para introducirse en las fauces de toda una organización de maleantes, cuyos escrúpulos son desconocidos para el protagonista. Por último, es el coraje lo que mueve su espíritu ante la adversidad, el peligro de muerte inminente, con tal de lograr salvar tanto a su hija como al señor Ropa (una vez descubierto que la vida de ese diplomático también corría peligro), logrando ambos propósitos.

Es por este motivo que, para las personas allegadas a Bob (es decir, Jill, Clive y la propia Betty), el señor Lawrence es la luz de esperanza para lograr rescatar a la pequeña niña. Por otra parte, el grupo criminal lo ve como un estorbo para sus planes, una variable inesperada e indeseable, y tratan de hacer cualquier truco para alejarlo de sus intenciones sin tener éxito alguno.

En un inicio Bob se encuentra agobiado ante la serie de desgracias que acontecen, no sabe realmente a quién acudir o si sería prudente hacerlo. La ayuda nula que recibe por parte de la diplomacia inglesa en Suiza y las amenazas de muerte contra Betty lo retienen aun más de hacer cualquier movimiento en falso. Se siente impotente en alguna manera. Una vez en Londres, decide adentrarse con sus propias manos en el misterio que tiene en frente. Adquiere así un carácter, más que paternal, heroico. Para ello cuenta con la colaboración de Clive, su mayordomo. Fiel a la causa, Clive se convierte en cómplice, asistente y amigo, merece con igual crédito el haber concretado la empresa del rescate.

Ante la adversidad, Bob se ve como la persona indicada para resolver el misterio de tal forma que ni su hija ni el señor Ropa sean asesinados. Su conocimiento lo mueve de una posición tal vez sin mucha importancia (opacado incluso ante su propia esposa, Jill, quien simpatiza rápidamente con Louise Bernard antes de la muerte de éste), hacia el centro de la trama, donde los conflictos de intereses entre los personajes se entrecruzan.

Tal vez Bob Lawrence no es el personaje más interesante de la película (vale la pena analizar con mayor cuidado a Abbott, quien presenta algunas características del personaje Hitchcockneano característico y, por ciertos momentos, le roba el protagonismo a Bob). No obstante, omitir su importancia en la construcción de la trama resultaría un craso error. La relación que entabla con los personajes y sus propios motivos individuales afianzan el argumento que Alfred Hitchcock propone en el filme. Al fin y al cabo, todo redunda en reconocer los problemas que, en ocasiones, acarrea el hecho de saber demasiado.