viernes, 27 de abril de 2012

Ensayo # 8: "Con M de Muerte " (1954)


            La forma en que se percibe el pasar del tiempo en un filme es el resultado de diversas técnicas que usualmente damos por sentadas. Aparte de la aparentemente natural sucesión de planos, en los que las acciones siguen un orden cronológico y el tiempo nos parece continuo, es posible tratar las secuencias cinematográficas de tal forma que abarquemos lo que podrían ser horas o días en la historia del filme en unos cuantos minutos de película. Existe también la posibilidad de hacer lo contrario: dedicarle horas de película a lo que en la vida del filme podría ser solo un instante. Con estos y muchos otros recursos, la apreciación del fluir del tiempo se distorsiona, haciéndonos a nosotros los espectadores partícipes de historias que son contadas desde el punto de vista de sus protagonistas.
            En el filme Con M de Muerte (Dial M for Murder), Alfred Hitchcock logra subrayar con maestría, haciendo un manejo sumamente inteligente del tiempo dentro del relato, aquellos detalles de los que quiere que nos percatemos. Ya temprano en el filme logramos entender la relación entre los personajes principales, gracias a la rápida sucesión de planos que contrastan la casa de los Wendice, el periódico donde se anuncia la llegada del Queen Mary a Inglaterra, el plano general del bote como tal, y la escena del beso entre Margot y Mark. Finalmente, ante la llegada de Tony, vemos las sombras de los amantes furtivos separarse sobre la puerta por la que entrará el esposo. El simbolismo es claro, y en unos cuantos minutos de película, logramos entender el trasfondo general de nuestros personajes.
            Cuando la pareja de amantes parte hacia el teatro, aceptando la excusa dada por Tony, pasamos a un manejo del tiempo más bien teatral. La cámara se dedica prácticamente a documentar lo que ocurre en ese momento en la vida de Tony y el Capitán Lesgate. Lo que vemos es completamente racional, a pesar de que el guión, magistralmente concebido, nos permita imaginar hasta el último detalle del plan del esposo para deshacerse de su mujer. Los autores Chabrol y Rohmer (2010) sugieren que los personajes, si bien están atados a una trama enteramente matemática, tienen características que los alejan del sentido puramente lógico, y con ello adquieren profundidad e incluso algún rasgo enigmático (p. 131). Gracias a ello nos es posible escuchar con absoluta atención el razonamiento de Tony, sin perder el menor interés, a pesar de lo extenso de tan simple escena. Resulta además convincente, dentro de la lógica temporal de esta sección, que la señora Wendice llame a su casa durante el intermedio en el teatro, como se lo había pedido su esposo, pues nos hace ver la simultaneidad de ambos planos temporales.

            Cuando llega el momento de ejecutar el plan, vemos claramente la superposición de dos nuevo planos temporales: por un lado Margot, quien después de ingenuamente caer en la trampa de su esposo, decide no salir de la casa; por el otro, Tony y Mark, en el club de caballeros. Cuando el asesino se aproxima, introducido por escenas que bien podríamos encontrar en el cine negro, es insertado en medio de los dos planos temporales: es la conexión entre ellos, con el teléfono como su instrumento, lo cual da acertadamente el nombre original al filme. A partir de este momento el tiempo empieza a desdibujarse. De forma simbólica, el reloj de Tony se detiene, como anunciando lo terriblemente angustiosos que serán los momentos siguientes tanto para él como para nosotros (porque, hay que admitirlo, el manejo de la historia hace que queramos que Tony triunfe, aunque ese sería el tema para otro ensayo). La tensión aumenta cuando el asesino, que al parecer impacientemente espera la llamada, decide irse. Tony finalmente logra dar con su objetivo, y cuando pensamos que ya es demasiado tarde, vemos a Lesgate aparecer detrás de las cortinas para arremeter contra su víctima.

            Es la secuencia siguiente la más tensa de la película: mientras Margot está siendo estrangulada, logra dar con las tijeras que había dejado sobre el escritorio horas atrás para con ellas dar fin a su atacante. Hitchcock dedica bastante tiempo de película a toda esta secuencia, para con crudo realismo detallar la naturaleza de la maldad detrás de la agresión. Sin embargo, son unos escasos segundos los que transcurren en la escena del taxi, cuando Tony Wendice regresa de la fiesta, ya maquinando su próxima movida. Encontramos un contraste entre ambos momentos, pues los amargos segundos que duró el ataque seguramente fueron eternos para Margot, mas el extenso viaje en taxi de vuelta a su casa, mientras ideaba su nuevo plan, ciertamente fue percibido como un suspiro por Tony.
            Cabe destacar que en algunas de estas escenas la música, que ya para este momento ha dejado de ser una mera decoración y se ha convertido en un pilar narrativo, ayuda a darle movimiento a cada escena. Los momentos de mayor tensión son acompañados de marcadas disonancias, mientras que la acción es aderezada con motivos sumamente rítmicos. Sin embargo, se prescinde de la música en los largos interrogatorios, donde la lógica calculada de la película sale a la superficie, y es necesario que no exista la menor distracción.
            La mayor deformación de la línea temporal se da en la gigantesca elipsis que conduce al juicio y la eventual condena de Margot. Días, incluso semanas, transcurren en un espacio pequeño del filme. Además, los eventos de este lapso son retratados desde la perspectiva de la misma señora Wendice, haciendo de esta la sección más psicológica de la película. Después de transcurrido este episodio, regresamos al apartamento de Tony, donde el resto de las acciones ocurren prácticamente en tiempo real. Lo curioso es que, de la misma forma en que imaginamos al principio del filme el posible desarrollo del plan original, a estas alturas damos por cierta la realidad que Tony ha hecho creer a todo el mundo. Cuando Mark expone lo que primero es una propuesta y después una acusación, la realidad que dábamos por cierta nuevamente cambia (en efecto, lo único que hacemos es abrir los ojos ante la verdad), pues la teoría del escritor es un retrato fiel de lo ocurrido.
            Con una inmensa lógica, acorde a la del resto de la película, y con una sucesión de planos perfectamente congruente con lo que Pierre Maillot, citado por Neira Piñeiro (2003, p. 54), describe como la organización temporal del material espacial del cine, logramos no solamente entender los eventos del final de la cinta, sino también encontrar la salida del laberinto creado por el personaje de Tony. Al sacarnos del mundo racional y tangible, y enmarañarnos en diferentes lugares mentales, Hitchcock logra redefinir la noción del tiempo cinematográfico, más allá de lo que parece obvio o racional. El cine del autor inglés deja de ser una representación de la realidad y se convierte en un escenario psicológico, gracias al efecto surreal de sus técnicas de desdibujamiento de la linealidad temporal.

Se puede acceder a la escena de la muerte de Lesgate por medio del siguiente hipervínculo: Muerte de Lesgate
Bibliografía
Chabrol, C., & Rohmer, E. (2010). Hitchcock. Buenos Aires: Ediciones Manantial SRL.
Neira Piñeiro, Maria del Rosario. (2003). Introducción al discurso narrativo fílmico. Madrid: Arco Libros
Internet Movie Database. (s.f.). Crimen Perfecto (1954) - IMDb. Recuperado el 27 de Abril de 2012, de http://www.imdb.com/title/tt0046912/
Fuente de Multimedia


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