viernes, 2 de marzo de 2012

Ensayo # 1: “El hombre que sabía demasiado” (1934)

En la película de Alfred Hitchcock El hombre que sabía demasiado (The men who knew too much), Bob Lawrence, interpretado por el actor británico Leslie Banks, es un hombre que sufre diversas desventuras gracias a una inesperada muerte, el rapto de su hija Betty, y un complot de asesinato en Londres. De primera entrada la trama resulta llamativa, invita a ver la película hasta el final. Sin embargo, es igualmente interesante observar la evolución del señor Lawrence durante la cinta, ya que a través de él todos los otros personajes se interrelacionan y cobran un mayor sentido dentro de la historia.

Bob Lawrence aparenta ser una persona con estatus social respetable (y es que no cualquiera podría ir de vacaciones a Suiza o tener el dinero para que su esposa pague, de improviso, una entrada al teatro, por citar algunos ejemplos). Es tan notoria su buena educación que hasta su forma de hablar lo refleja: nunca se le oye estropeando su discurso, incluso en los momentos más dramáticos de su odisea, cuando está junto a su hija en manos de Abbott (la mente criminal de la historia). Un hombre respetable, amoroso con sus familiares, con coraje cuando la ocasión lo amerita, son todas cualidades del arquetipo que representa.

Y es que todas esas características son también el motivo por el cual Bob no permanece indiferente ante todos los desafortunados eventos que acaecen durante su viaje a Suiza. Es su honor por cumplir los últimos deseos de Louis Bernard, aquel espía encubierto que recién conocían y del cual reciben la información, algo críptica, sobre el plan de asesinato contra el señor Ropa. Es el amor por su hija el aliciente para introducirse en las fauces de toda una organización de maleantes, cuyos escrúpulos son desconocidos para el protagonista. Por último, es el coraje lo que mueve su espíritu ante la adversidad, el peligro de muerte inminente, con tal de lograr salvar tanto a su hija como al señor Ropa (una vez descubierto que la vida de ese diplomático también corría peligro), logrando ambos propósitos.

Es por este motivo que, para las personas allegadas a Bob (es decir, Jill, Clive y la propia Betty), el señor Lawrence es la luz de esperanza para lograr rescatar a la pequeña niña. Por otra parte, el grupo criminal lo ve como un estorbo para sus planes, una variable inesperada e indeseable, y tratan de hacer cualquier truco para alejarlo de sus intenciones sin tener éxito alguno.

En un inicio Bob se encuentra agobiado ante la serie de desgracias que acontecen, no sabe realmente a quién acudir o si sería prudente hacerlo. La ayuda nula que recibe por parte de la diplomacia inglesa en Suiza y las amenazas de muerte contra Betty lo retienen aun más de hacer cualquier movimiento en falso. Se siente impotente en alguna manera. Una vez en Londres, decide adentrarse con sus propias manos en el misterio que tiene en frente. Adquiere así un carácter, más que paternal, heroico. Para ello cuenta con la colaboración de Clive, su mayordomo. Fiel a la causa, Clive se convierte en cómplice, asistente y amigo, merece con igual crédito el haber concretado la empresa del rescate.

Ante la adversidad, Bob se ve como la persona indicada para resolver el misterio de tal forma que ni su hija ni el señor Ropa sean asesinados. Su conocimiento lo mueve de una posición tal vez sin mucha importancia (opacado incluso ante su propia esposa, Jill, quien simpatiza rápidamente con Louise Bernard antes de la muerte de éste), hacia el centro de la trama, donde los conflictos de intereses entre los personajes se entrecruzan.

Tal vez Bob Lawrence no es el personaje más interesante de la película (vale la pena analizar con mayor cuidado a Abbott, quien presenta algunas características del personaje Hitchcockneano característico y, por ciertos momentos, le roba el protagonismo a Bob). No obstante, omitir su importancia en la construcción de la trama resultaría un craso error. La relación que entabla con los personajes y sus propios motivos individuales afianzan el argumento que Alfred Hitchcock propone en el filme. Al fin y al cabo, todo redunda en reconocer los problemas que, en ocasiones, acarrea el hecho de saber demasiado.

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